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Michael Kelly y Fonatur PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 07 de enero de 2007
Ciudad Abierta

2007 Enero 7

Michael Kelly y Fonatur

Michael E. Kelly es uno de los empresarios más prominentes en Cancún y fue arrestado por agentes del Federal Bureau of Investigation (FBI) el pasado 22 diciembre en Jacksonville, Florida, acusado de defraudar a cientos de personas bajo el Esquema de Ponzi, mejor conocido en México como Pirámides, por un monto de 400 millones de dólares.

El Esquema Ponzi consiste en un sistema de inversión que promete altos réditos sin un negocio real detrás que los sustente, sino que son extraídos de las aportaciones realizadas por los posteriores inversionistas. Así, para poder dar esos altos réditos, los nuevos inversionistas son los que pagan los intereses de los antiguos inversionistas. El sistema funciona mientras el flujo de nuevos participantes continúa aumentando; en el momento que el flujo de inversionistas disminuye, no se pueden pagar los intereses a los iniciales ni, por supuesto, devolver el dinero invertido por éstos ni por los siguientes. Entonces el esquema se viene abajo y se descubre el fraude.

En la industria turística Kelly representa cientos de millones de dólares: en Cancún es propietario de la cadena de hoteles Avalon, de marinas, discotecas, comercios, agencias de renta de autos y restaurantes; además de que posee hoteles en Acapulco y Panamá. También, a finales del año pasado comenzó a operar en Quintana Roo la construcción de autos deportivos Avanti, según informó en octubre la Presidencia de la República de México.

Sin embargo, su mayor desarrollo es el de Puerto Cancún, un viejo proyecto del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) que malogradamente durante años pasó por varias manos, hasta que Kelly lo compró a crédito a principios del 2000, el cual, hasta el 30 de septiembre pasado, no había terminado de liquidar.

Kelly se ha negado a dar a conocer el monto de lo que pagó por el 100% de acciones de Puerto Cancún, pero informes de Fonatur señalan que la transacción fue por 46 millones de dólares, de los cuales todavía adeuda poco más de trece millones 200 mil dólares.

No fue mal negocio para Kelly, ya que por esa cantidad recibió 252.4 hectáreas, más otras 75 hectáreas, al parecer de regalo, con un valor de catorce millones de dólares, según consta en un documento firmado por Óscar Camacho Ortega y John McCarthy, entonces director adjunto de Comercialización y director general de Fonatur, respectivamente.

A pesar de la envergadura de la transacción, en enero de 2004 Michael Kelly definió de la siguiente manera la forma en que realizó este negocio: “Fue una compra muy rápida. Dejé a mis abogados en casa y fui e hice el negocio. Es de los negocios más rápidos que he hecho en México”.

La operación le resultó tan conveniente al empresario estadounidense, que incluso aceptó pagar aparte once millones 200 mil pesos de impuesto predial que el municipio de Benito Juárez, donde se ubica Cancún, reclamaba por los terrenos de Puerto Cancún, deuda que McCarthy no reconocía y por la cual mantenía un litigio con el alcalde Ignacio García Zalvidea “El Chacho”, quien acaba de salir de la cárcel.

Cuando se le preguntó a Kelly por qué aceptó liquidar un adeudo que no le correspondía, respondió: “El predial no era nuestra obligación, pero en los negocios hay que escoger. ¿Podría esperar dos o tres años a que el municipio y Fonatur pelearan, estando en marcha mi inversión y mi costo de dinero? Podría ganar la batalla, pero el tiempo era lo que contaba. El predial ha sido pagado y estamos listos para continuar”.

En los terrenos de Puerto Cancún no había nada construido, era un sitio de arena, playa y manglares. Los trabajos preliminares de infraestructura básica arrancaron el 6 de diciembre de 2003, con la perspectiva de, en un plazo de diez años, edificar 4,288 cuartos de hotel, la marina más grande de Cancún, club de playa privado, centros comerciales, desarrollo inmobiliarios y un campo de golf, con lo que crearían diez mil empleos indirectos y 25 mil indirectos durante los siguientes cinco años. La inversión total, durante una década, la estimó Kelly en mil millones de dólares.

Los desarrolladores

Si bien Kelly planea hacer algunos negocios propios en Puerto Cancún, como la construcción de un hotel Avalon de mil 500 habitaciones, la principal ganancia estaba en revender la tierra a empresas que llevarían a cabos sus propios desarrollos inmobiliarios.

Hasta el momento, son ocho las compañías que compraron parte del terreno: Hansa Urbana, Maioris Internacional, Isola Cancún Torres, GICSA, Cancún Towers, Diomeda Community, Icon Towers y Bella Vista Towers.

La mayor inversión la hizo en noviembre pasado Hansa Urbana, una de las principales empresas inmobiliarias de España, que compró diez hectáreas con 250 metros de frente de playa para invertir 350 millones de dólares en la edificación de torres condominales, villas exclusivas junto a canales náuticos y muelle privado, Spa, y un hotel de cinco estrellas. Su desarrollo fue bautizado como Novo Cancún y debe comenzar a construir en estos días, para posteriormente iniciar su proceso de pre venta.

Por su parte, la mexicana GICSA, a través de su filial CABI, en junio de 2006 pagó 28 millones de dólares por una isla de cuatro hectáreas en las que levantará 340 departamentos de lujo y un muelle para albergar 25 yates de hasta 45 pies de eslora. También planea iniciar obras en este mes.

Puerto Cancún ha vendido ya casi todos sus terrenos y, como se ve, hay mucho dinero metido ahí de empresas que no tienen nada que ver con los presuntos buenos o malos manejos de Michael Kelly. Sin embargo, la acusación de fraude por otros negocios puede arrastrar en su desprestigio el futuro de Puerto Cancún.

Pero aún cuando, hasta el momento, nadie del Grupo Kelly ha querido dar la cara. Solamente su agencia de relaciones pública en la Ciudad de México emitió un comunicado en el que sostiene que Puerto Cancún “es un proyecto sólido y confiable que se desarrolla con estricto apego a la ley”, que está “plenamente garantizado y opera de manera independiente con la estricta supervisión de Fonatur, su socio fundador”, así como de un fideicomiso que protege los intereses de todos los compradores.

Pero si el propio FBI se cuida de aclarar en sus reportes de detenidos que una queja no es evidencia de culpabilidad y que son inocentes todos los demandados en un presunto caso criminal, hasta que en una corte de ley se compruebe su culpabilidad, mal hacen los ejecutivos de las empresas de Kelly en no aparecer y, por lo menos, decir que su jefe es inocente. Si es que lo es.

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Modificado el ( jueves, 12 de junio de 2008 )
 
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