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Puerto Vallarta, un destino en eterna reinvención PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 27 de enero de 2008

Puerto Vallarta, siempre divertido, siempre con algo nuevo

PUERTO VALLARTA. Pocos, muy pocos de los destinos turísticos consolidados de México, con historia y fama mundial, han sido capaces de no dormirse en sus laureles y mantener una evolución constante en su oferta turística, en la modernidad de su infraestructura, en saber leer las caprichosas demandas del mercado siempre en evolución, y adaptarse a ellas.

Pocos, muy pocos, y Puerto Vallarta es uno de ellos, si no es que el principal.

Esta es la razón por la que desde hace muchos años es, y sigue siendo, uno de los principales lugares para vacacionar en nuestro país.

 

2008 Enero 27

Puerto Vallarta, un destino en eterna reinvención

A pesar de ser un centro turístico consolidado y tradicional, este balneario de Jalisco nunca se duerme en sus laureles. Sus autoridades y empresarios siempre están ideando algo nuevo, agregando atractivos a su ya de por sí completa oferta

Puerto Vallarta. Itzel Alejandra Rodríguez Langarica nació a las 00:20 horas del primer día de enero del 2001 en Puerto Vallarta. Fue la primer vallartense del siglo XXI, por lo que las diminutas huellas dactilares de sus pies lucían en una placa de metal al final del malecón, justo detrás del Hotel Rosita, el más antiguo en activo de este destino.

A poco menos de dos meses de que celebrara su segundo cumpleaños, la fuerza de la naturaleza llegó en forma de huracán y en su vorágine se llevó no sólo las huellas de Itzel Alejandra, sino gran parte del pequeño malecón con la mayoría de las esculturas que formaban el Corredor Escultórico frente al mar que se había constituido en uno de los novedosos atractivos de este sitio.

Las fantásticas figuras hechas por Alejandro Colunga: pulpos humanoides, mujeres con escafandras y los niños que formaban la Rotonda del Mar frente al océano, por fin vieron lo que parecía esperaban desde hacía tiempo mirando siempre al horizonte: la llegada de Kenna, como una profecía cumplida.

A unas cuantas semanas de que comenzara la temporada alta de fin de año de ese 2002, eso parecía una desgracia, era una desgracia. Muchas esculturas quedaron desperdigadas por la calle, otras más fueron tragadas por el mar, incluyendo las huellas de Itzel; Los arcos, un icono del destino, ubicados al final del malecón, simplemente desaparecieron, sólo quedaron las bases de las columnas; y los comercios frente al océano sufrieron daños. Todo hacía suponer que la temporada se perdería.

Pero llegó Fonatur con sus huestes de Baja Mantenimiento y Operación, y en unas cuantas semanas reconstruyó todo y lo que rescató regresó a su lugar. Cuando la temporada vacacional llegó, en diciembre, Puerto Vallarta estaba de nuevo en pie, reluciente y listo para recibir a los miles de turistas que suelen abarrotarlo cada fin de año.

A más de cinco años de distancia de aquellos negros días finales de octubre, el paso de Kenna, que en realidad sólo golpeó con la furia de su oleaje, es una anécdota más en la historia de esta ciudad; pero también es un punto de partida que demuestra una de las principales características de este destino del Pacífico Mexicano: su capacidad de reinventarse cotidianamente, haya o no un fenómeno natural de por medio.

Pocos, muy pocos de los destinos turísticos consolidados de México, con historia y fama mundial, han sido capaces de no dormirse en sus laureles y mantener una evolución constante en su oferta turística, en la modernidad de su infraestructura, en saber leer las caprichosas demandas del mercado siempre en evolución, y adaptarse a ellas. Pocos, muy pocos, y Puerto Vallarta es uno de ellos, si no es que el principal. Esta es la razón por la que desde hace muchos años es, y sigue siendo, uno de los principales lugares para vacacionar en nuestro país.

Un paseo en yate

Puerto Vallarta se despierta tarde los domingos. Su mar lanza un oleaje medroso por la mañana, con flojera.

Las playas vacías, las albercas solas, las sombrillas de los hoteles cerradas, descansan de la agitada noche del sábado, que aquí suelen ser intensas. Impera un silencio post fiesta. Sólo las tímidas y pequeñas olas que revientan en la orilla se escuchan, a veces junto con el repentino y aislado grito de alguna gaviota que sobrevuela esa soledad.

A las nueve de la mañana el sol se levanta ya detrás de las montañas y salimos a mirar la costa desde el mar. Navegar en un yate a esta hora es mirar al sol de frente si se quieren ver las casas construidas junto a la playa o sobre los acantilados. La corona de la cúpula de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, otro de los iconos locales, se pinta con un brillo plateado por los matinales rayos solares que la envuelven.

Desde aquí, en la perspectiva que da la lejanía mar adentro, es muy claro ver cómo Puerto Vallarta es apenas una angosta franja de tierra, con poco espacio entre la cordillera y el mar, que se apretuja aprisionada en medio de las montañas y la playa.

También se ve cómo en realidad la ciudad se levanta en las faldas de los cerros; cómo es maleza que se desborda y parece llegar hasta la arena, envolviendo a las casas casi todas blancas.

El yate avanza sin prisa y sin prisa también nos rodea un cardumen de delfines nariz de botella que juguetean entre ellos. Se zambullen y luego salen del agua con lentitud, como si estuvieran desentumiéndose. Tenerlos ahí, tan cerca, tan de repente, tantos, es un regalo de este mar que no esperábamos.

Un bote de pescadores regresa después de su muy tempranera faena. Vienen llenos, rebosantes, les fue bien, por lo que los escolta una nube de pelícanos a la caza de poderles robar un pescado.

El destellante sol de las diez de la mañana ciega los ojos que quieren ver la montaña envuelta en un halo de bruma resplandeciente. La luz rebota en las melenas de las palmeras, las enciende como si tuvieran focos y se pierde en los pliegues del follaje que se la comen, la devoran, tejiendo un hermoso juego de claroscuros verdes en la exuberante vegetación de esta Sierra Madre que, afortunadamente, al menos a simple vista, no ha sido mayormente talada ni dañada.

Diez minutos antes de las once de la mañana alcanzamos la zona de caletas, donde vamos descubriendo pequeñas playas, como Mismaloya, Quimixto o Majahuitas, a algunas de los cuales únicamente se puede llegar por lancha.

De regreso, otro espectáculo gratuito nos espera: el océano es el gran restaurante de hombres y pájaros, y en él, lejos de la orilla, un pelícano paciente espera, inmóvil pero bamboleante sobre el agua, mientras gaviotas y pájaros bobos vuelan casi al ras del mar en busca de su desayuno. A lo lejos, un par de muchachos sentados en las piedras de un despeñadero pescan simplemente con una cuerda.

El paseo termina pasado el mediodía, cuando descendemos en la famosa Playa de los Muertos.

El festín gastronómico

En la última década, Puerto Vallarta ha desarrollado un circuito de restaurantes y bares que posicionaron a la gastronomía y la diversión nocturna como dos de sus principales atractivos.

Siempre que el viajero regresa a este destino, encuentra un restaurante nuevo, un bar o un antro novedosos, como hoy el Thierry´s Prime Steakhouse, recién abierto en la nueva plaza comercial Peninsula Village; o el Z tai, frente al malecón.

La mejor manera de disfrutar de un recorrido culinario, es combinar lo nuevo con los establecimientos ya tradicionales, como Le Kliff, en la punta de un risco, a donde hay que acudir para admirar la puesta de sol; La Palapa, en la Playa de los Muertos; o Las Casitas, en el hotel Marriott CasaMagna, frente al mar, donde no está de más pedir una cata de tequilas.

Aunque algunas piezas no se recuperaron, también es imperdonable no dedicar tiempo a recorrer con calma el malecón, ya sea de día o de noche, deteniéndose en cada una de las obras que conforman su Paseo Escultórico.

También hay galerías, Spas, tiendas de todo tipo y una gran oferta hotelera, en la que destacan tanto el Sheraton Buganvilias, como el Marriott CasaMagna, en Plan Europeo. Si buscas algo familiar bajo el concepto Todo Incluido, una de las mejores opciones es el Barceló La Jolla de Mismaloya.

Esto es Puerto Vallarta, un destino que nunca para y que siempre está buscando agregar a sus atracciones algo nuevo que ofrecer a sus turistas, que suelen ser visitantes repetitivos.

DETALLES

Para comer

* Thierry´s Prime Steakhouse

www.cafedesartistes.com

*Le Kliff

www.lekliff.com

*Z tai

www.ztai.com

*La Palapa

www.lapalapapv.com

*Las Casitas

www.casamagnapuertovallarta.com

*Para dormir

*Sheraton Buganvilias

www.sheratonvallarta.com

*Marriott CasaMagna

www.casamagnapuertovallarta.com

*Barceló La Jolla de Mismaloya

www.barcelo.com

MINIAGENDA

Para no olvidar

*De diciembre a marzo es la temporada en que llegan a las costas de Bahía de Banderas, donde se encuentra Puerto Vallarta, las ballenas jorobadas. Estos días son la mejor época para ver estos animales.

*En mayo se celebra el aniversario de Puerto Vallarta, lo cual celebran todo el mes con una serie de festividades.

*De junio a agosto se realiza la liberación de tortugas en las playas. Esta es una experiencia especial para los niños.

*En noviembre se lleva a cabo el ya tradicional Festival Gourmet Internacional, al cual son invitados chefs de todo el mundo.

PIES DE FOTO:

FOTO 1: Sheraton Buganvilias. El destino tiene una importante infraestructura hotelera. ATM

FOTO 2: Playa de Majahuitas. ATM

FOTO 3: El Arco, frente a la playa de Mismaloya. ATM

Modificado el ( martes, 29 de enero de 2008 )
 
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