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Hoteles Barceló, una empresa verde PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 18 de noviembre de 2007

México, DF. Ante la mala fama que algunas cadenas hoteleras, como Riu y Sol Meliá, le han dado a las compañías españolas, por construir propiedades sin que les importe afectar el medio ambiente, Hoteles Barceló resulta una empresa verde.

Esta cadena, que en México maneja Jorge Liberman, cuenta con la certificación ambiental Green Globe en 80% de los trece hoteles que tiene en nuestro país. Además, también han recibido el Distintivo H y la certificación Cristal.

 

2007 Noviembre 18

Ciudad Abierta

Barceló, una empresa verde

Acostumbrados a depredar, buena parte del empresariado turístico del país, y sobre todo de Quintana Roo, se rasgó las vestiduras cuanto en febrero pasado fue modificada la Ley General de Vida Silvestre (LGVS), para convertir el mangle en una especie intocable.

La molestia vino porque en México se acostumbra destruir los manglares para construir hoteles, marinas, campos de golf y desarrollo inmobiliarios, a la cual siguieron las amenazas: la prohibición espantaría a los inversionistas.

Por eso resulta extraño, pero alentador, escuchar a gente como Jorge Liberman, director general de la cadena Barceló en México, quien tiene ideas muy claras y nada complicadas sobre el tema.

Radicado en la Riviera Maya y ejecutivo de una empresa especializada en hoteles de playa, afirma que, como gobierno, las autoridades tienen la obligación de proteger la naturaleza; y, al mismo tiempo, de motu proprio, acepta que el enorme crecimiento del destino donde él vive –que ya tiene más cuartos de hotel que Cancún— propició que se acabara con una gran parte del manglar. “Eso también es cierto”, dice.

Enseguida toca el meollo del asunto: considera que la protección del mangle es una buena medida, “porque se puede construir sin afectar”. Que es lo que parece que los demás se niegan a aceptar.

“Es lo que se debe hacer, pero debe tener límites; no se debe permitir que sea usado para conseguir beneficios políticos”, advierte.

Después expone algunas reflexiones de lógica simple, pero contundente, que desnuda a aquellos que han querido asustar con el petate el muerto, enarbolando la bandera de que los inversionistas preferirán irse a otros países donde no se les ponga tantos impedimentos. Y llega a una conclusión muy sencilla: nadie está peleado con el negocio.

Liberman explica que, como constructores que son en Barceló, las modificaciones al Artículo 60 de la LGVS sí les causa problemas, pero si ven que el terreno a comprar les conviene, lo adquieren, cambian y adaptan el proyecto a las nuevas condiciones, y lo llevan a cabo. Y, si no les conviene, pues no lo compran y ya. Se buscan otro. Tan sencillo.

“Hay tanto terreno qué comprar, que para qué comprar donde no se puede construir. No hay que abusar de la ley ni violarla”, sentencia.

Además, el manglar no es el único ni el mayor obstáculo para que continúe el crecimiento. Hay otros peores. En el caso particular de la Riviera Maya, destino quintanarroense, Liberman se queja de que el dinamismo que ha mostrado esta industria en los últimos años ha provocado una inflación en el precio de las tierras, fuera de toda proporción.

“Subió mucho el costo del terreno; todos piensan que tienen petróleo ahí”, señala. Y añade que los dueños deben entender que no todo su terreno se puede aprovechar, por lo que tienen que bajar los precios. Y eso es precisamente por la LGVS.

La certificación Green Globe

Con 76 años de existencia, Barceló es una de las cadenas hoteleras más antiguas de España, que en México ha crecido y se ha consolidado sin mucha estridencia, a pesar de que tienen cosas qué presumir. Inclusive, su actitud como empresa ecológicamente responsable ha servido para resarcir la mala imagen que algunas cadenas españolas han sembrado en México, como el caso de hace varios años de Sol Meliá, que quiso construir en la playa de X’Cacel, santuario del desove de tortugas en la Riviera Maya; y más recientemente Hoteles Riu, que violando los ordenamientos legales edificó dos moles en Cancún con la connivencia de las autoridades.

Por el contrario, con una política de cuidado del medio ambiente, algunas propiedades de Barceló en México ostentan el certificado Green Globe, el cual se otorga a los hoteles y comunidades que operan con los más altos estándares para lograr un turismo sustentable.

Uno de ellos es el Barceló Maya Beach, en Riviera Maya, que desde su inauguración hace siete años ha recibido cuatro veces esta certificación –la más reciente el mes pasado--; además del Distintito H, que otorga la Secretaría de Turismo por el buen manejo de los alimentos; así como la certificación Cristal, que da la organización mundial Check Safety First a las compañías que cumplen con una seguridad integral.

Otro de sus hoteles que ha recibido el Green Globe es el Barceló Ixtapa, el año pasado. En total, según afirma esta empresa, 80% de sus trece propiedades en México tienen este certificado y el resto está en proceso de obtenerlo.

Inclusive, esta compañía cuenta con una especie de “decálogo”, de tan sólo cinco puntos, en el que resume su política interna de cuidado ambiental:

“1. Fomentar el uso racional de los energéticos: electricidad, agua, luz, gas y diesel, entre otros, asegurándonos de monitorear y registrar los consumos mensualmente.

“2. Controlar que los productos químicos que se utilizan en el hotel  sean biodegradables y cumplan con el marco legal, de modo que el impacto de su uso reduzca la contaminación a nuestro entorno.

“3. Invitar a los huéspedes, colaboradores y proveedores a participar y conocer las políticas ambientales de la empresa; estimulándolos a ser parte de los esfuerzos para la protección y conservación del medio ambiente.

“4. Recolectar, separar y turnar para reciclar la mayor cantidad de desechos generados en el hotel, particularmente plástico, aluminio, cartón y papel, así como vidrio, entre otros.

“5. La responsabilidad del hotel va mas allá, abarcando aspectos sociales y relativos al entorno. Por ello, participa activamente en el desarrollo del potencial humano, en las instituciones académicas y oportunidades de beneficencia”.

Así, si Barceló puede demostrar que es posible una industria turística sin depredar, es bueno saber que no todas las cadenas españolas son como Riu.

 
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