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Whistler, la diversión en invierno PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 24 de diciembre de 2006

2006 Diciembre 24

Whistler, la diversión de los deportes invernales

En este destino de Canadá, muy cercano a Vancouver, la variedad de diseños y llamativos colores de la ropa especial para el frío que todos lucen lo hacen un sitio muy vivo, que va creciendo en intensidad mientras más avanza el día


Whistler.
Para llegar a Whistler, hay que volar a Vancouver, una de las ciudades más bellas del mundo. Despegamos a las 7:10 horas y aterrizamos a las once de la mañana, hora local.

Liliana, una muchacha mexicana de León, Guanajuato, casada con un canadiense, nos da la bienvenida. Será nuestra guía y chofer durante el viaje. Empapada de la disciplina de este país, nos sorprende por su aplicación en el trabajo: intenta cargar nuestras maletas, nos abre las puertas de la camioneta y cada vez que llegamos a algún lugar se estaciona y corre para poner junto a la puerta corrediza un banquito a manera de escalón, porque el vehículo está un poco alto. Se sabe la ciudad de memoria y, cuando llegamos a preguntar algo que ignora, al siguiente día nos tiene la respuesta.

La paisana siempre está sonriente y nunca se enoja. Si acaso, se irrita cuando retrasamos el programa de actividades por permanecer en un sitio, mirando o tomando fotografías, más de lo estipulado en el itinerario, pero le hacemos ver que no somos un grupo de turistas en plan de vacaciones, sino reporteros en una misión de trabajo, por lo que nosotros iremos definiendo cuánto tiempo amerita cada lugar.

Del aeropuerto salimos directamente a Whistler, que está a 120 kilómetros de distancia y poco menos de dos horas por una carretera sinuosa y angosta, de dos carriles, donde desde hace meses trabajan para ampliarla al doble de ancho, porque en 2010 nuestro destino será la sede de las Olimpiadas de Invierno.

Tangencialmente cruzamos Vancouver y nos enfilamos a la carretera. Desde el inicio del camino Canadá nos regala los primeros paisajes que lo han hecho famoso. Avanzamos con un cerro del lado derecho y al izquierdo un mar tranquilo que termina en montañas, detrás de las cuales hay otras montañas lejanas, más altas, que lucen crestas nevadas.

A medio camino nos detenemos para comer en un típico pueblo. Seguimos y, poco antes de llegar, comenzamos a ver de cerca los primeros rastros de nieve. Al llegar a Whistler nos hospedamos en el Westin, donde descansamos un rato antes de ir a cenar.

Whistler, más que un pueblo, es una villa construida para la diversión de los deportes invernales. Sólo tiene calles peatonales adoquinadas, llenas de tiendas, restaurantes y bares con terrazas donde se puede fumar, ya que aquí no se permite hacerlo en el interior de los inmuebles. Inclusive, está prohibido fumar en las habitaciones de los hoteles; para ello disponen de pequeños balcones donde hay un cenicero y, quien lo desee, debe fumar a una temperatura de varios grados bajo cero.

Desde temprana hora hasta la noche, el ambiente en la villa es de mucho movimiento y colorido. Todo el tiempo es un ir y venir de gente que va o regresa de las pistas de esquí. La variedad de diseños y llamativos colores de la ropa especial para el frío y para practicar los deportes de nieve lo hacen un sitio muy vivo, que va creciendo en intensidad mientras más avanza el día.

Pasadas las cinco de la tarde, cuando la mayoría vuelve de las montañas nevadas, los bares, cafés y restaurantes se llenan de grupos de amigos, parejas, familias que comen y beben una cerveza para platicar las incidencias de la lúdica jornada.

A la entrada de cada local hay muebles especiales para los dejar los esquís o las tablas de snowboard, sin que nadie se preocupe de asegurarlos. Aquí nadie toma lo que no es suyo y todos lo saben.

No mucha gente fuma. En Canadá hay campañas permanentes contra el cigarro que parecen surtir efecto, además de que los impuestos para el tabaco son muy altos: una cajetilla cuesta entre ocho y doce dólares canadienses. Inclusive, en la terraza del restaurante donde me tomo una cerveza mientras hago mis apuntes del viaje, no hay suficientes ceniceros.

Durante el día y mientras uno se mantiene en movimiento, el frío de alrededor de cinco grados Celsius casi no se siente; pero en la tarde la temperatura comienza a bajar y es difícil, si no se está acostumbrado, quedarse quieto en la mesa de una terraza, por lo que me aventuro a intentar escribir con guantes, lo cual no es tan sencillo.

Esquiar en la nieve siempre significa una actividad de libertad en la que el reto es con uno mismo. Aprender a guardar el equilibrio y a vencer el miedo a la velocidad son las primeras metas para llegar a disfrutar este deporte. Para quienes nacimos en un país tropical como México, resulta impresionante ver a los pequeños canadienses de cuatro o cinco años de edad comenzar a dominar esta disciplina, ya que el medio helado les es connatural. Pero más sorprendente es todavía mirar esquiar a invidentes, deslizándose junto con alguien que les va indicando el camino, o a minusválidos sin piernas, que lo hacen sentados en una silla empotrada a un solo esquí.

A un turista puede o no gustarle esquiar, pero tan sólo por respirar el ambiente y admirar los monumentales paisajes de las montañas nevadas mientras se asciende en los teleféricos, vale la pena venir.

Oficialmente, la sede de las próximas olimpiadas invernales de febrero de 2010 es Vancouver, por ser una de las principales metrópolis de Canadá, pero en Whistler se llevarán a cabo las competencias de varias de las principales disciplinas, por lo que las autoridades y los lugareños llevan más de un año preparándose para el suceso.

Otras actividades

Whistler es un gran centro turístico de invierno que alcanza los diez mil habitantes, 5,500 cuartos de hotel y dos millones de visitantes al año, a donde cada vez acuden más mexicanos que gustan de este tipo de diversión. Llama la atención, por ejemplo, que durante la Semana Santa 60% de los huéspedes del hotel Westin proviene de nuestro país.

Y es que en este destino el entretenimiento no se limita a resbalar en la nieve. También se puede alquilar trineos para dar cómodamente un paseo por la montaña, realizar una caminata por los bosques o vivir la experiencia de practicar tirolesa en gigantescos árboles milenarios, además de su oferta gastronómica en restaurantes para recordar.

Una tarde nos enfundamos un par de raquetas en los zapatos y nos lanzamos a explorar el bosque. Sin estos aditamentos, nos hundiríamos en la blanda nieve hasta la cintura. Así caminamos senderos estrechos descubriendo postales de cuento, árboles vestidos de nieve que cae a montones si se les agita y aves de intensas tonalidades que contrastan con el blanco que domina la vista.

Otra mañana abordamos un camión con tracción de oruga, que nos internó en otro bosque más retirado, con gruesos árboles de entre 80 y cien metros de alto. Ahí nos deslizamos sobre cuerdas en tramos de más de 300 metros de largo, sobre ríos que corren al fondo de pronunciadas cañadas. Además de la vivencia, una vez más el entorno natural, los paisajes invernales que se contemplan, completan una experiencia en verdad peculiar y sumamente disfrutable.

Obviamente, este tipo de actividades conlleva un riesgo muy medido. Pero en Canadá son extremadamente cuidadosos. Los arneses son muy seguros y, algo que nunca he visto en México en los diferentes sitios donde he practicado tirolesa, hay un entrenamiento previo.

Antes de salir hacia el gran bosque, junto a las pistas de esquí cuentan con una diminuta tirolesa de unos veinte metros de largo y no más de tres metros de alto. Ahí, ya con todo el equipo de protección puesto, los guías explican de qué se trata y cómo se hace, y se realiza una práctica para que los turistas experimenten en pequeña escala la acción que van a vivir a lo grande. Esto sirve para aprender, para perder el miedo y, en el último de los casos, para desistir, ya que habrá quien prefiera no intentarlo.

DETALLES

Para no olvidar

*Mexicana de Aviación tiene vuelos directos a Vancouver.

*El vuelo Ciudad de México-Vancouver dura cinco horas.

*En la costa oeste de Canadá, el horario marca dos horas menos que en el centro de México.

*Los mexicanos no requieren visa para entrar a Canadá.

*El dólar canadiense es más barato que el dólar de EU: diez pesos por un dólar.

Más información:

www.vancouver2010.com 

MINIAGENDA

*Canadá devuelve a los turistas los impuestos que hayan pagado por compras y hospedaje. Pregunte en el hotel cuál es el procedimiento a seguir.

*Cuando se va en auto, es obligatorio utilizar el cinturón de seguridad.

*El límite de velocidad en las autopistas es de cien kilómetros por hora y de 50 kilómetros en las ciudades.

*En la provincia de Columbia Británica, en la que se ubican Whistler y Vancouver, se permite dar vuelta a la derecha con el semáforo en rojo.

*La mayoría de los hoteles, medios de transporte y atracciones turísticas son accesibles para personas con impedimentos físicos.

*En los restaurantes, bares y discotecas se acostumbra dejar 15% de propina, así como un dólar por maleta a porteros y maleteros de los hoteles, aeropuertos y estaciones de ferrocarril.

*Su sistema eléctrico es de 110 voltios, 60 hertz. Un adaptador universal te permite utilizar aparatos portátiles como lap top.

Milenio Diario. Suplemento TornaVuelta

Modificado el ( jueves, 24 de enero de 2008 )
 
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