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escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 04 de marzo de 2012
Ciudad Abierta

Carlos Mackinlay no llega por ser amigo

Por Gustavo Armenta

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Carlos Mackinlay, secretario de Turismo de la Ciudad de México. FOTO: SECTUR DF

MÉXICO, DF. Marzo 6 de 2012. Carlos Mackinlay fue uno de los primeros funcionarios de la industria del turismo que conocí, hace ya más de diez años. Y la primera impresión que tuve de él, y que conservo hasta la fecha, es que es un hombre eficiente.

Quizá por eso sea que ocupar cargos en la Secretaría de Turismo del Distrito Federal se le haya vuelto recurrente. Aunque esta vez llega para desempeñar el principal: esta semana el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, lo nombró Secretario de Turismo.

Sin embargo, se podría decir que, de alguna manera, Mackinlay ya había ocupado ese puesto, aunque sin nombramiento oficial…

Marzo 4 de 2012

Ciudad Abierta

Carlos Mackinlay no llega por ser amigo

Por Gustavo Armenta

Carlos Mackinlay fue uno de los primeros funcionarios de la industria del turismo que conocí, hace ya más de diez años. Y la primera impresión que tuve de él, y que conservo hasta la fecha, es que es un hombre eficiente.

Quizá por eso sea que ocupar cargos en la Secretaría de Turismo del Distrito Federal se le haya vuelto recurrente. Aunque esta vez llega para desempeñar el principal: esta semana el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, lo nombró Secretario de Turismo.

Sin embargo, se podría decir que, de alguna manera, Mackinlay ya había ocupado ese puesto, aunque sin nombramiento oficial.

Cuando en el año 2000, Andrés Manuel López Obrador llegó a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, inexplicablemente nombró como secretaria de Turismo a doña Julieta Campos, una mujer de letras y promotora cultural –como la describió el diario La Jornada al publicar la noticia de su fallecimiento, en septiembre de 2007--, quien era esposa de Enrique González Pedrero, que alguna vez fuera gobernador de Tabasco, tierra natal de López Obrador.

Doña Julieta, quien tenía 68 años de edad cuando se hizo cargo de Sectur DF, no sabía gran cosa de turismo y, por lo que se vio durante su gestión, tampoco le interesaba mucho. Rara vez se le vio, nunca dio una conferencia de prensa y no solía dar entrevistas sobre la materia.

Así que siguió en lo suyo: el mundo de las letras, y dejó el manejo de la Secretaría en manos de Carlos Mackinlay, que había sido nombrado director general del Instituto de Promoción Turística de la propia secretaría.

Seis años después, con la llegada de Ebrard a la Jefatura de Gobierno fue Alejandra Barrales quien sustituyó a la señora Campos en Sectur DF, quien no duró mucho tiempo y a los trece meses fue relevada por Alejandro Rojas. Ambos, con una personalidad mucho más protagónica, llegaron sin conocer la materia de turismo y conservaron a Mackinlay como asesor, hasta que en 2009 se hizo cargo como director ejecutivo de la Oficina de Congresos y Convenciones de la Ciudad de México.

Esa oficina había sido abierta en 2008 y, poco antes de que Mackinlay dejara de dirigirla, en julio de 2010, ya mostraba resultados alentadores: México había avanzado quince lugares en el ranking mundial del segmento del turismo de reuniones, al pasar del 62 al sitio 47; además de ser número uno a nivel nacional, seguido de Cancún, Monterrey y Guadalajara. En los años previos, la capital había sido sede de 460 eventos y tan sólo en 2010 organizó 465 de similar magnitud.

Por todo esto, resulta justo que ahora vuelva a dirigir la Secretaría, pero con nombramiento oficial.

En su discurso de nombramiento, el propio Marcelo Ebrard ilustró muy bien la experiencia y trayectoria de Mackinlay. Al explicar por qué lo había elegido a él, dijo: “¿Cuál ha sido el criterio para su definición?, el servicio público. ¿Cómo? Carlos ha trabajado en la Secretaría de Turismo un largo periodo; yo diría que de los servidores públicos del Gobierno de la Ciudad es de los que más y mejor conoce al sector turístico y lo que es la Secretaría de Turismo.

"Entonces, no llega porque sea muy amigo, sí es amigo, pero no es la razón principal. Tampoco es una sugerencia de tipo político, él llega por sus méritos y porque queremos subrayar que el servicio público así debe ser, es un hombre honesto y capaz y que conoce el sector”.

El camino de Mackinlay hacia la secretaría fue largo, pero finalmente llegó. Se lo merece.

 

Publicado en: Milenio Diario

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Modificado el ( martes, 29 de enero de 2013 )
 
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