Menu Content/Inhalt
 
Inicio arrow Artículos arrow El sexenio del manglar
Advertisement
El sexenio del manglar PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 27 de mayo de 2007

Ciudad Abierta

2007 mayo 27

El sexenio del manglar

El cese en caliente que la semana pasada el presidente Felipe Calderón ordenó sobre el delegado de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) en Quintana Roo, fue una mala noticia no solamente para el propio defenestrado, sino también para el sector empresarial turístico, que ha venido presionando desde todos sus frentes al Jefe del Ejecutivo, para dar marcha atrás a las modificaciones aprobadas en la Ley General de Vida Silvestre que convirtieron al mangle en una especie intocable.

Esta Ley, que ya el sexenio pasado provocó el despido de un secretario de Estado, fue creada a mediados de 2000 y permitía que se destruyera hasta 10% de un predio con manglar en el que fuera a construirse un desarrollo. En términos reales, este porcentaje parecía moderado, pero en términos relativos resultó un desastre ecológico, porque no es lo mismo la décima parte de una hectárea, que de 500.

Es decir, quien fuera a edificar unas cabañas en un terreno de una hectárea, podía deshacerse de mil metros cuadrados de manglar (pensemos en un cuadrado de poco menos de 32 metros por lado); pero quien fuera a construir un mega desarrollo en un predio de 400 hectáreas, tenía derecho a depredar 400 mil metros cuadrados de manglar, y aún así podía publicitarse como un desarrollo ecológico.

En esos términos, la Ley General de Vida Silvestre era una puerta muy ancha para que los empresarios inconscientes destruyeran a gusto los humedales del país porque, además, como si eso no fuera suficiente, en muchos casos no respetaban siquiera ese diez por ciento.

Ante esta situación alarmante, la Ley fue modificada a principios del presente año. A partir de febrero, el Artículo 60 fue ajustado y ahora reza así:

“Queda prohibida la remoción, relleno, transplante, poda, o cualquier obra o actividad que afecte la integralidad del flujo hidrológico del manglar; del ecosistema y su zona de influencia; de su productividad natural; de la capacidad de carga natural del ecosistema para los proyectos turísticos; de las zonas de anidación, reproducción, refugio, alimentación y alevinaje; o bien de las interacciones entre el manglar, los ríos, la duna, la zona marítima adyacente y los corales, o que provoque cambios en las características y servicios ecológicos”.

Lo que en términos simples significa que ya no se puede tocar el manglar.

Y como en México tenemos la mala costumbre de construir los hoteles en la playa, pues la reacción molesta del empresariado no se hizo esperar.

La contra reforma

El seis de marzo pasado, en una reunión en Los Pinos, Luis Mahbub Sarquis, presidente de la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo, al extender su pliego petitorio al presidente Calderón, le solicitó: “Flexibilizar a la Ley de Manglares que permita la inversión y el desarrollo, sin detrimento de nuestros recursos naturales”.

Enseguida, Miguel Torruco Marqués, presidente de la Confederación Nacional Turística Asociación Civil, un tanto críptico, como suele ser su estilo de político, señaló: “Debemos ser cautelosos en la elaboración de los ordenamientos legales, buscando en todo momento un justo equilibrio entre la motivación para la inversión generadora de desarrollo social y por otra parte la preservación de la vida silvestre y el patrimonio histórico, cultural de la Nación”.

Luego habló Gordon Viberg, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico, quien más directo y extenso expuso entre su peticiones:

“Reforma a la Ley General de Vida Silvestre; a la reforma publicada en febrero de 2007 que prohíbe el aprovechamiento del manglar que ya se encontraba limitado a sólo 10 por ciento y sea parte de la base constitucional del desarrollo sustentable.

“La ley no facilita el papel de la autoridad por su complejidad y no da seguridad al inversionista, pues fomenta la discrecionalidad. Ante la falta de garantías a la inversión se pierde competitividad, lo que limita la creación y mantenimiento de fuentes de trabajo. Consideramos poco propicio un reglamento, pues no puede reglamentarse una prohibición, los turisteros creemos que la inversión se debe hacer a base del aprovechamiento compatible con la obtención de beneficios económicos y la preservación de los ecosistemas.

“Por ello, en CNET nos pronunciamos por una contra reforma y ofrecemos compartir los esfuerzos legales y técnicos con los poderes Ejecutivo y Legislativo para lograr un óptimo marco jurídico en beneficio del desarrollo sustentable y sumarnos a los esfuerzos para fortalecer las instituciones de ordenamiento territorial y la degradación del impacto ambiental”.

A los tres dirigentes, Calderón les respondió como político: “Estoy consciente de la importancia de este tema y de considerar alternativas, y estoy en favor de considerar alternativas que permitan el equilibrio entre la protección del medio ambiente y las necesidades del desarrollo.

“Estoy seguro que el Congreso de la Unión estará atento y abierto a los planteamientos que ustedes han hecho y que estoy seguro seguirán formulando”. Es decir, les pasó la pelota a los diputados, aunque los empresarios quisieron interpretar sus palabras como un sí.

Sin embargo, con el cese fulminante de Carlos Rafael Antonio Muñoz Berzunza, porque durante una gira por Cancún Calderón vio edificios donde antes había mangle, el mensaje al legislativo es en sentido contrario.

Seguramente los empresarios no cejarán en su intento, pero si en palacio las cosas marchan despacio, en San Lázaro más todavía. Así que todo indica que éste será el sexenio del manglar.

Milenio Diario. Suplemento TornaVuelta

Modificado el ( domingo, 11 de noviembre de 2007 )
 
< Anterior   Siguiente >