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escrito por Gustavo Armenta   
sábado, 30 de enero de 2010

Mexcaltitán,

donde todo empezó

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Por Gustavo Armenta

MEXCALTITÁN. Abril 5 de 2010. Esta pequeña isla lacustre de Nayarit, en México, es una curiosidad por donde quiera que se le vea: apenas mide 400 metros de largo; está en medio de una laguna bordeada de manglares donde reposan garzas; sólo tiene cinco calles; su población no rebasa los dos mil habitantes; no hay coches; las banquetas son singularmente altas, porque en época de lluvias se inunda y entonces se transportan en lanchas por las calles convertidas en canales; y sus habitantes están molestos porque las autoridades están adoquinando sus calles tradicionalmente de arena sobre la que crecen frondosos árboles.

Sin embargo, más allá de estas curiosidades, posee una característica que la hace especial: podría ser el sitio histórico más importante de México, ya que algunos historiadores la ubican como el mítico Aztlán, lugar de donde partieron los aztecas en busca del águila devorando una serpiente, donde debían fundar Tenochtitlán.

2010 Enero 31

Mexcaltitán, donde todo empezó

Para varios historiadores importantes, esta isla lacustre de Nayarit es Aztlán, el “Lugar de las garzas”, de donde salieron los aztecas en busca del águila que devorara una serpiente, para fundar ahí por mandato divino la gran Tenochtitlán

Mexcaltitán. Mexcaltitán resulta una pequeña curiosidad por donde quiera que se le vea: es una diminuta isla ovalada que apenas mide 400 metros en su parte más larga y 350 metros de ancho, con una circunferencia de mil metros; está en medio de una laguna bordeada de manglares donde reposan garzas y otras especies de aves; sólo tiene cinco calles estrechas, dos que la cruzan de norte a sur, dos de oriente a poniente y una, la Venecia, que la circunda por completo; además, una de estas calles se llama “Porfirio Díaz”, algo inusual en este país; su población no rebasa los dos mil habitantes; no hay coches, porque a cualquier lado se va caminando; si le das la vuelta, en menos de quince minutos ya estás de nuevo en el punto de partida; las banquetas son singularmente altas, porque en época de lluvias se inunda y entonces se transportan en lanchas por las calles convertidas en canales; y sus habitantes están molestos porque las autoridades están adoquinando sus calles tradicionalmente de arena sobre la que crecen frondosos árboles.

Sin embargo, más allá de estas curiosidades, Mexcaltitán posee una característica que la hace especial: podría ser el sitio histórico más importante de México, ya que algunos historiadores, como José López Portillo y Weber, Wigberto Jiménez Moreno y Gutierre Tibón, la ubican como el mítico Aztlán, lugar de donde partieron las siete tribus nahuatlacas en busca del águila devorando una serpiente, donde debían fundar Tenochtitlán. Una de estas tribus eran los aztecas, quienes finalmente encontraron en lo que hoy es la Ciudad de México la señal divina, hoy símbolo nacional.

Aunque también resulta curioso ver que en una inscripción prehispánica que narra con dibujos esta leyenda, el águila más bien parece un guajolote con cabeza y pico largo de garza, parado sobre la serpiente.

Y aunque hay otros historiadores que cuestionan esta versión, la realidad es que en la práctica se reconoce a esta isla como el antigua Aztlán, lo cual la hace la cuna de la mexicanidad y, por lo tanto, debería ser la Meca nacional, a donde todos deberíamos ir por lo menos una vez en la vida.

Con este simbolismo, y tan sólo por su significado histórico, Mexcaltitán podría ser el diamante de la oferta turística de Nayarit, pero no lo es. Fue uno de los primeros sitios en ingresar al programa de Pueblo Mágicos, pero el año pasado fue expulsado de la lista.

Una de las condiciones para entrar a este programa es que la comunidad esté de acuerdo y participe. Y aquí la gente no estaba muy contenta con eso. Pero tienen sus razones. Por ejemplo, una de las canonjías de los Pueblos Mágicos es que la Comisión Federal de Electricidad les transforma en subterráneo el cableado aéreo, para tener un mejor paisaje urbano. Pero sus habitantes alegan que es muy peligroso tenerlo debajo de la tierra si cada año se inunda la isla. Otra inconformidad es que rechazan el adoquinado de las calles porque, dicen, no permite que el agua se filtre y provoca más anegaciones.

Una vida tranquila

Pero, como sea, Mexcaltitán es un lugar donde el tiempo corre tranquilo. No parece haber mucho qué hacer ni a dónde ir. Sus pobladores, dedicados a la pesca de lisa y camarón, pasan las tardes sentados bajo la puerta de su casa, platicando con los vecinos. Las mujeres abren en dos las lisas y las tienden en la banqueta o en una mesita afuera de sus casas para que se sequen al sol y así tener una especie de cecina de pescado que se conserva durante días. Cuando no están pescando, los hombres reparan sus redes o van al billar del pueblo a jugar y beber cerveza; los niños juegan en las calles, los adolescentes andan en bicicleta. Todo el mundo se conoce, todas la vidas se saben, aquí resulta imposible guardar secretos, la vida pasa sin prisa, rodeada por el agua de la laguna Calmanero, a la cual nadie llama por su nombre, para todos simplemente es la laguna de Mexcaltitán.

Esta isla, habitada por gente amable, bien vale un paseo de por lo menos un día. Significa una experiencia diferente para un citadino, desde el breve trayecto desde el embarcadero, que recorre un canal en medio de aves y manglares, hasta la caminata por la isla, la convivencia con sus pobladores, la visita al pequeño Museo del Origen, donde se explica por qué Mexcaltitán fue Aztlán; hasta la comida en uno de sus pocos restaurantes a la orilla del lago, donde por unos cuantos pesos puedes comer camarones en un sinfín de variedades: en paté, albóndigas, empanadas, jugo, ensalada, ceviche, a la diabla, a la mexicana, al mojo de ajo, empanizados, secos, en mantequilla, al vapor, en mole y hasta tortillas de camarón hacen. ¡Ah!, las cervezas de ampolleta cuestan ocho pesos.

Uno de estos restaurantes se llama “La Alberca”. Es un galerón abierto por los costados, junto a la laguna, con techo de teja de dos aguas, sillas y mesas de plástico con manteles rojos, amarillos, anaranjados, verde limón, rosas y azul eléctrico. Después de la asoleada, ahí te puedes pegar un festín de camarón, jaiba y pescado, y dejar que la tarde se alargue lentamente bebiendo cubetas con cervezas, mientras miras a garzas, gaviotas y pelícanos volar frente a ti y cómo se va perezosamente el sol entre viejas canciones del Buki, Javier Solís y Mike Laure, que salen de una rocola a la que tienes que echar monedas para que suene.

Y si de plano te agarra la noche y estás tan a gusto que no te quieres ir, te puedes quedar a dormir en el “Ruta Azteca”, el único hotel del pueblo, que por 150 pesos te dará un cuarto sencillo, pero limpio, para partir al siguiente día.

Una parada previa

Mexcaltitán forma parte del municipio de Santiago Ixcuintla, cuya cabecera municipal lleva el mismo nombre. Para llegar a la isla hay que pasar por ahí, y te recomiendo que la visites, básicamente para admirar los dos murales de mosaico que hay en ambos lados de su calle principal: “Nuestras raíces” y “Santiaguero mariachero”, que incluyen un puente que los une y que resulta el preámbulo para llegar a Mexcaltitán imbuido de los orígenes de la mexicanidad.

Y ya que estás ahí, échale un ojo al kiosco de la plaza central, cuyo techo está sostenido por ocho doradas mujeres semidesnudas. Ya de salida, pasa al Centro Huichol, donde puedes adquirir la famosa artesanía de chaquira elaborada por los huicholes.

Cómo llegar

Las opciones son volar a Tepic, capital de Nayarit, o a Puerto Vallarta, Jalisco. Sin embargo, el avión a Tepic sale excesivamente caro, por lo que resulta mejor la segunda opción. En Puerto Vallarta puedes tomar un autobús hacia San Blas o rentar un auto, lo que te permitirá ir conociendo los muchos atractivos que ofrece la Riviera Nayarit. Sin parar, el trayecto se realiza en alrededor de dos horas y media.

Lo más aconsejable es hacer base en San Blas y de ahí Mexcaltitán se encuentra a menos de una hora de camino. Además, en San Blas hay playas y diversos paseos ecoturísticos.

El mejor hotel de San Blas es el Garza Canela (garzacanela.com), con alberca, internet inalámbrico sin costo y suites con aire acondicionado, jacuzzi, y un buen servicio personalizado. Pero lo mejor de este hotel es su restaurante gourmet “El Delfín”, donde vas a comer como nunca imaginaste.

Más información:

www.santiago-ixcuintla.gob.mx

www.visitnayarit.com

www.rivieranayarit.com.mx

 

Milenio Diario. Suplemento TornaVuelta

Modificado el ( martes, 06 de abril de 2010 )
 
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