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Los fundamentalistas del INAH PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 04 de febrero de 2007
Ciudad Abierta

2007 Febrero 4

Los fundamentalistas del INAH

Una vez conocí en Centla a una muchacha de Uruapan que se fue a vivir a los pantanos de Tabasco, y aunque el calor la fundía y los moscos la devoraban día tras día, se negaba a utilizar aire acondicionado en su casa y repelente, porque el primero daña la capa de ozono y el segundo afecta a los insectos.

Ahí aprendí que lo único más radical que un fundamentalista religioso es un ecologista fundamentalista. Sin embargo, en esta categoría podríamos agregar a los fundamentalistas culturales, principalmente a los que habitan en las filas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuyo nuevo director es Alfonso de Maria y Campos.

El jueves pasado, la Delegación D-II-IA-I de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH, encabezada por su secretario general, Iván Franco Cáceres, publicó en Milenio Diario un desplegado dirigido a la opinión pública, con el que trata de convencer a los lectores de lo maligno y catastróficos que los espectáculos de luz y sonido resultan para las zonas arqueológicas.

En la inserción, estos maestros que pertenecen a la Sección X del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, exponen su rechazo a la pretensión de “utilizar las zonas arqueológicas como espacios para la presentación de espectáculos turísticos”, con un lenguaje que, si no fuera por la seriedad del caso, movería a risa. En su texto no argumentan, y en lugar de ello manejan una serie de conceptos que rayan en la demagogia, el chauvinismo y la lucha de clases que ya rebasó la historia.

Algunas frases:

“Estos proyectos forman parte de la política mercantilista que se propone especular con el patrimonio cultural de todos los mexicanos”.

Es un “atentado contra sus funciones esenciales, educativas y culturales, poniendo en riesgo su conservación y usándolo como negocio para beneficio de unos cuantos”.

“Aquellos funcionarios públicos, quienes en contubernio con empresarios, pretenden privatizar el patrimonio cultural, convirtiéndolo en objeto de mercado, contravienen la legislación existente que claramente establece sus funciones sociales sustantivas”.

“Se trata de promover eventos con efectos multimedia, ‘vagones’ y otros artilugios diseñados para un turismo de élite, caracterizados por la venta de entradas a precios elevados en dólares, como los que se pretenden llevar a cabo en Teotihuacán y Tulúm”.

“...el secretario de Turismo del Estado de México promueve millonarias inversiones privadas para montar esta clase de shows, fieles a la orientación neoliberal que ha demostrado sus efectos nocivos...”

“...sostenemos que el patrimonio cultural no es un producto mercantil ni exclusivamente turístico, no debe utilizarse para eventos elitistas y excluyentes...”

“Proyectos de esta naturaleza desvirtúan las funciones educativas y culturales sustantivas que los monumentos, museos y zonas arqueológicas deben cumplir...”

Y, “en detrimento del pueblo mexicano, conceden las ganancias millonarias a los inversionistas que buscan especular con los bienes de la Nación”.

“...el concepto y realización del turismo cultural debe ser entendido de acuerdo a la ética que impone su compromiso social y no a una caricatura hollywoodense”.

El espacio de esta columna es poco y hoy no me alcanza para exponer suficientemente el tema, pero lo seguiremos en otra ocasión. Por lo pronto, uno pudiera pensar que la filosofía del presidente venezolano Hugo Chávez comienza a prender en algunos sectores de México. Aunque, en realidad, el sindicato del INAH siempre se ha caracterizado por su extremismo, en el que rechazan a priori cualquier cosa que no empate con sus ideas, comportándose como si fueran los propietarios del patrimonio cultural del país.

Milenio Diario. Suplemento TornaVuelta

Modificado el ( jueves, 12 de junio de 2008 )
 
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