Menu Content/Inhalt
 
Inicio arrow Hoteles Extranjeros arrow Jumby Bay. Una isla privada en las costas de Antigua
Advertisement
Jumby Bay. Una isla privada en las costas de Antigua PDF Imprimir E-Mail
escrito por Rosewood Hotels & Resorts   
miércoles, 19 de febrero de 2003

RESORT JUMBY BAY

Un lujoso destino donde la vida isleña es la buena vida

Si Jumby Bay fuera un cóctel, su receta sería una parte de soleadas playas, dos partes de lujo absoluto y una pizca de soledad para serenar el alma. Esta mezcla exclusiva, cuyo último toque es la suave brisa tropical, es el alma de la experiencia Jumby Bay. Jumby, una isla privada de 1 kilómetro cuadrado de superficie en las costas de Antigua, en las Antillas Británicas, recibe su nombre por sus traviesos espíritus locales. Es natural que la isla hechice a los visitantes con su serenidad.

Con casi dos décadas de ser un idílico paraíso para altos ejecutivos, celebridades, aristócratas y los viajeros más exigentes, Jumby Bay está cómodamente situada entre el Atlántico y el Caribe, bendecida por su clima deliciosamente templado. Un edén de esbeltas palmeras, orquídeas silvestres, bugambilias y céspedes recortados por arenas de blanco prístino, Jumby Bay es el hábitat de una asombrosa variedad de especies, incluyendo la garceta blanca y la tortuga de carey, en peligro de extinción. La isla pertenece a un grupo tan diverso como apasionado de propietarios, muchos de ellos viven en el lugar todo el año. El lánguido porte de las 39 suites y 11 villas del resort es en realidad una extensión de su estilo de vida.

La experiencia Jumby Bay se inicia casi tan pronto como se aterriza en el aeropuerto internacional V.C. Bird de Antigua. Luego de pasar por los trámites aduanales, un integrante del personal del resort recibe a los huéspedes por sus nombres, para luego acompañarlos personalmente a un muelle privado. Una vez a bordo del catamarán de Jumby, los pasajeros disfrutan de una copa de vino blanco o agua perfumada con limón durante el breve trayecto por las aguas azul profundo de la bahía de Jumby. Una vez registrados, los huéspedes son acompañados directamente a sus suites, donde les espera una jarra helada de jugo fresco, frutas secas y cocos tostados. No reciben llaves, puesto que en Jumby no existen las cerraduras. Poblada únicamente por propietarios, huéspedes y  un atento personal, en Jumby Bay priva un nivel sin precedentes de seguridad.

En esta atmósfera de una elegante fiesta hogareña, los recién llegados quedan rápidamente seducidos por el plácido ritmo de vida de Jumby Bay. El chapuzón matutino en el mar, el baño de sol del mediodía y el juego de croquet por la tarde vienen acompañados únicamente por los serenos sonidos de la naturaleza. En una isla sin automóviles, los huéspedes se transportan con toda tranquilidad en vehículos de golf de cuatro plazas o en bicicletas equipadas con canastas. Basta con ascender los 26 peldaños del molino de azúcar, cuya cantera ha sido recientemente remodelada, para tener una vista completa de los sinuosos senderos de la isla, cobijados por la sombra de las palmeras.

Como por arte de magia, todo el personal del resort conoce a cada huésped por su nombre, dándole la cálida sensación de pertenecer al lugar. En medio de un máximo nivel de privacidad y servicio, la conserjería de Jumby funciona las 24 horas, como un “mayordomo” en espera. El huésped sólo necesita marcar “0” para recibir atención a sus peticiones, desde una excursión por la isla a programar una sesión de masaje. Los largos días de descanso culminan en noches de convivencia durante el cóctel semanal coordinado por el gerente del resort, en ocasiones en la espectacular casa de un residente de Jumby Bay, o a la luz de las velas en la terraza Pond Bay.

Historia  

Aunque Cristóbal Colón descubrió el lugar en 1493, junto con las islas gemelas actualmente conocidas como Antigua y Barbuda, no fue sino hasta cien años después cuando se estableció una presencia europea permanente en Jumby Bay. Por entonces se le llamaba Isla Larga por su perfil elongado, visto desde Antigua sus ricos yacimientos de pedernal de alta calidad la hicieron un lugar esencial para una sucesión de tribus nativas. Los Siboneyes llegaron hacia 1775 A.C., extrayendo el pedernal para armas y herramientas, seguidos (del año 35 al 1100 de nuestra era) por los Arawak, un pueblo de pastores y agricultores. En el siglo XVII los indios Caribes seguían extrayendo el mineral de la isla. Bajo las aguas de Jumby Bay hay un atolón coralino, refugio para la vida marina donde llegó a abundar la tortuga de carey. Cuando el rey  Carlos I de Inglaterra otorgó el título de Isla Larga al Conde de Carlisle en 1627, era un paraje virgen y sin labrar, y así permaneció hasta 1700 cuando Bertie Entistle Jarvis transformó la isla en una vasta plantación de azúcar.

Como testimonios totalmente restaurados de la plantación de azúcar, quedan el molino original y la casa principal de la plantación, ahora conocida como Estate House y con 230 años de antigüedad. Hogar de varias generaciones de la familia Jarvis y de esclavos africanos hasta su emancipación en 1834, la isla Jumby Bay incluía un cementerio ubicado en lo que actualmente son los muelles del resort. Cuenta la leyenda que los esclavos evitaban este lugar, porque creían que espíritus chocarreros llamados “jumbies” saltaban sobre todo aquél que se atreviera pasar por ahí.

Para el siglo XX Jumby Bay ya había visto toda una sucesión de propietarios, cada uno con su propia idea de lo que debía ser la isla, incluyendo un breve período de ganadería ovina, utilizando descendientes de las ovejas de cabeza negra que posiblemente introdujeron los españoles a la isla durante el siglo XVI. Fueron los hermanos Gordon, de la isla vecina Guadeloupe, quienes pensaron hacer de Jumby Bay un resort de nivel mundial. Pero luego de remodelar el Estate House y erigir las seis habitaciones Rondoval (que existen hasta hoy en día), los hermanos Gordon quedaron sin presupuesto y la isla volvió a cambiar de manos.

En un improvisado picnic en la isla, durante una excursión de pesca en 1965, el ex director general Robert Davis quedó instantáneamente hechizado por este paraíso y poco después ya lo había adquirido. Hombre emprendedor con grandes planes, la visión de Davis fue fundar un enorme resort con campo de golf de 18 hoyos, tres hoteles completos, centro comercial, casino, acuario y tren. Pero al parecer esto no fue del agrado de los “jumbies” locales, puesto que los grandiosos proyectos de Davis se derrumbaron uno a uno como fichas de dominó, su empresa fue a la quiebra y el Departamento de Impuestos de EE.UU. remató en subasta la tan amada isla de Davis.

Homer Williams, sobrino de Davis y el siguiente comprador de la isla, fue quien inició el desarrollo de Jumby Bay como resort a nivel mundial. Con la renovación de las habitaciones Rondavals, el Estate House, la instalación de un comedor adicional y la creación de las suites Pond Bay House, el Jumby Bay Resort saltó a la fama durante los años 80 como el lugar más chic del Caribe.

Una sociedad con John y Harry Mariani, reconocidos corredores de vinos y frecuentes visitantes de Jumby Bay, tuvo como resultado el desarrollo del mercado de bienes inmuebles de la isla, y con ello una comunidad vacacional única en su tipo en el mundo entero.

Las suites

Con 39 suites y 11 villas en una propiedad que cubre casi una tercera parte de las 120 hectáreas de la isla, los huéspedes de Jumby Bay sienten una deliciosa intimidad en su escondite. Cada suite tiene su propio diseño y decoración, representando el estilo y buen gusto de la isla. Los frescos mosaicos en color marrón cubiertos por alfombras de bambú, el profundo color de la madera pulida de ambos, los sofás y sillas de ratán tapizados en una serena gama de colores crema y beige, combinan con frescos muros blancos, y ofrecen un bienvenido respiro para el calidoscopio de colores de los paisajes. En las paredes penden obras de arte original y antiguas reproducciones, en tanto que la influencia caribeña abunda en cada detalle: ramos de flores frescas, candelabros y ribetes con sutiles patrones y delicadamente terminados en nácar. Ya sea descansando en el salón, entre los almohadones tapizados en lino, o tomando el sol en la veranda privada decorada con elegante amueblado de madera de teca, cada suite de Jumby Bay es un oasis de lujo y ocio.

En las recámaras, las hermosas camas coloniales de cuatro postes, talladas con detalles de hojas de piña y plátano, están vestidas con finas sábanas italianas. Cada noche se reposa en mullidas almohadas, en la fragancia de velas aromáticas. Al pie de las camas hay cobertores de lino estampado, ideales para una noche fresca dedicada a leer un libro tomado de la selecta biblioteca de la suite.

Los baños son amplios, con tocadores gemelos en piedra caliza dorada, accesorios de bambú, espaciosos armarios y cajas fuertes personales. El cuarto de ducha es para dos personas, con regaderas dobles y mosaicos vítreos.

En casi todas las suites hay también una ducha en exteriores donde los huéspedes pueden tomar un baño a la luz del sol o de las estrellas, entre exuberantes jardines donde el agua se vierte de cañas de bambú a pisos de roca y madera de teca. Algunas suites ofrecen tinas de cuatro patas en exteriores, para baños de inmersión. Nunca faltan secadoras con monogramas, espejos para maquillaje y las fórmulas exclusivas de Jumby Bay para baños, el cuidado del cuerpo y para tomar el sol.

A unos cuantos pasos de la playa Jumby Bay, una colección de suites ofrecen espectaculares vistas del Mar Caribe. En el ala occidental del terreno, las habitaciones octagonales Rondavel son un escenario sencillo y sereno para días y noches de romance. En el extremo norte del resort, el Pond Bay House, de dos pisos y en estilo inspirado en las misiones, es el centro de una selección de suites alineadas alrededor de un impresionante patio, cuyo acceso está decorado con velas de navegación.

Pleno de sillas y mesas de madera de teca, en estilo clásico, tapizadas con telas en franjas beige y crema, desde este salón exterior se dominan vistas de Jumby Bay y Pond Bay, y es el lugar ideal para tomar una copa o jugar ajedrez con nuevos amigos.

Las villas en la playa Harbor de Jumby Bay ofrecen la última palabra en lujo y privacidad. Casi en la punta sur de la isla, erigidas en plena playa, cada una de nuestras once villas de 280 metros cuadrados y varios pisos son una instalación vacacional completa con dos recámaras, dos baños completos con duchas exteriores, comedor y cocinas modernas totalmente equipadas.

Diseñadas para orientarse totalmente hacia el mar, las salas a desnivel se fusionan en hermosas verandas, cada una dotada de piscina. También incluyen una conexión para Internet, un centro de entretenimiento y un carro de golf de cuatro plazas para uso personal.

Espacios públicos

En el extremo occidental de Jumby Bay, junto al muelle de entrada, el Beach Pavilion es el centro de la vida isleña. Con su colección de habitaciones interiores y exteriores, la alberca y canchas de tenis, el Beach Pavilion es la casa-club extraoficial de la isla. Ya sea al regresar de la playa para comer en The Verandah, al organizar una salida para snorkeling con el conserje, pasar revista en la tienda a una nueva selección de trajes de baño La Perla o gozar de una sesión de masaje, pasar por el Beach Pavilion es siempre un pretexto para un rato de entretenimiento. El atuendo informal se viste a todas horas, ya sea para disfrutar de cocteles y conversación entre los coloridos mosaicos del bar The Verandah, o al intercambiar impresiones con el gerente y anfitrión Peter Bowling.

Gastronomía y libaciones

Los ingredientes frescos, preparados con simplicidad, son el núcleo los platillos donde se fusiona Oriente con Occidente, fruto de la inspiración del chef ejecutivo Alex Chen. El restaurante al aire libre Verandah, junto a las resplandecientes aguas del Caribe, recibe a los comensales con brisa fresca y una amplia sonrisa. Elegante, pero sin pretensiones, es el soleado escenario para el desayuno y almuerzos en un estilo ligero y moderno. Ubicado bajo una pérgola cubierta por vides, las banquetas con incrustaciones de coral del bar The Verandah son el lugar favorito para el aperitivo y para trasnochar.

Romántico vestigio del estilo británico colonial, enmarcado en la belleza exuberante, el histórico Estate House de Jumby Bay es el impresionante escenario para la cena formal en la isla. Hermosamente iluminado con linternas y antorchas, teniendo como fondo el Caribe y las luces de Antigua, las dobles escaleras de piedra de la construcción, acabadas con remates de piñas talladas a mano, son un eco del ecléctico menú internacional sazonado con ingredientes de temporada. El comedor está tras la fuente cantarina y las velas del patio. Los comensales del Estate House quedan envueltos en su atmósfera, con ventiladores de paletas y mesas cubiertas con manteles blancos y la más fina vajilla St. Limoges.

En el segundo piso está el íntimo bar Estate House, con elegantes divanes, sofás y sillones tapizados en verde musgo complementados por paredes con caprichosos murales de altas palmeras. Los huéspedes pueden optar por el bar o por la brisa de la terraza. ¿No le basta con este magnífico escenario? Si es así, puede pasar por la tarde para la hora formal del té, servida por meseros uniformados, alrededor de la pista de croquet que se extiende a la entrada del Estate House.

Atractivos locales

Para los huéspedes atraídos por las delicias de Antigua, la “Tierra del sol y el mar” que anuncian las placas de los coches locales, el trasbordador privado de Jumby Bay lo puede transportar durante el día en este trayecto de diez minutos, y nuestro conserje puede coordinarle un recorrido de los principales atractivos de la isla.

Descubierta por Cristóbal Colón en 1493, recibe su nombre en honor a una catedral en Sevilla. Uno de los lugares que no debe perderse de esta isla de aldeas intactas y piñares es los astilleros Nelson, en English Harbor, en la punta sur de la isla. Único astillero naval georgiano en el mundo, y hogar para Horatio Nelson y la Real Armada durante los siglos XVIII y XIX, sus edificios restaurados ahora alojan pintorescos restaurantes, museos y comercios donde se ofrecen artículos de producción local. Los visitantes pueden recorrer Shirley Heights y su espectacular vista, desde la que se domina la bahía y que alguna vez fue el puesto defensivo más importante de Antigua, además de haber sido sede del cuartel de la Real Artillería.

En la actualidad un muy querido punto del lugar, todo Antigua acude durante los domingos para la tradicional parrillada y música en vivo. Un atractivo para los compradores es Redcliffe Quay en St. John’s, capital histórica de Antigua, y quienes van en busca de cultura pueden explorar 1716 Court House (el edificio más antiguo de St. John’s, aún en uso), o los artefactos y herramientas de la antigüedad que se exponen en el Museo de Antigua y Barbuda.

Rosewood Hotels & Resorts, con sede en Dallas, Texas, administra diversas propiedades en tres continentes, incluyendo The Carlyle en Nueva York; The Mansion on Turtle Creek en Dallas; Las Ventanas al Paraíso en Los Cabos, México y Badrutt’s Palace en St. Moritz, Suiza. Cada una de las propiedades Rosewood es la más destacada en su región, y todas han sido diseñadas artísticamente tomando como inspiración el entorno local a fin de crear una distintiva sensación que Rosewood denomina sense of placeâ. A lo largo de sus 22 años de historia, Rosewood ha deleitado a sus huéspedes y elevado la hospitalidad a nuevas alturas al brindar un servicio discreto y personalizado, poniendo de manifiesto una minuciosa atención hasta el más mínimo detalle. 

Para información sobre Rosewood Hotels & Resorts, llame al 888-ROSEWOOD o visítenos en  www.rosewoodhotels.com.

Reservaciones

Larga distancia sin costo en los E.U.A.: 1-888-525-0483; desde Canadá y el resto del mundo, llame al departamento de reservaciones de Rosewood en Dallas al 214-880-4200. En México puede llamar a la oficina de The Leading Hotels of the World al 2122-2770 o desde el interior de la República al 018000078200.

-o0o-

Para mayores informes: Olivia Luna Corona

Silvia Pendás, S.A.

5531-3679

 
< Anterior   Siguiente >