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La Costalegre, tierra pródiga en hoteles PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
miércoles, 31 de octubre de 2007

La Costalegre, tierra pródiga en hoteles

En esta franja costera de Jalisco, se sucede una interminable cantidad de centros de hospedaje, de todos los precios, que no ofrecen más que descanso, mar y bellezas naturales. ¿Es necesario algo más?

Hace más de cuarenta años Agustín Yáñez escribió una novela en la cual habla de una franja costera que se encuentra en algún lugar de México. El escritor tapatío narró la belleza y la riqueza del lugar y la llamó La Tierra Pródiga. Hoy, hay quien afirma que esas playas se reparten entre Jalisco y Colima y que son el corredor al que se le denomina la Costalegre.

Situada entre dos de los principales destinos de playa de México, la Costalegre se ha convertido en un reducto de pequeños hoteles que van apareciendo a lo largo de 160 kilómetros de vegetación exuberante en época de lluvias y agreste en el estiaje, pero salpicado de verdor en las orillas de los ríos que cruzan los caminos.

Al recorrerla, a través de la carretera 200, el viajero va descubriendo bahías, esteros, montañas, caletas, acantilados y playas solitarias sin más qué ofrecer que su belleza intrínseca, su quietud y su lejanía de todo.

Y precisamente este entorno es el que ha hecho de la Costalegre el refugio de unos cuantos, ya que varios de los hoteles que aquí han ido surgiendo son refugios de pocas habitaciones, con un alto nivel de servicio e instalaciones, pero elevados costos.

Por ejemplo, uno de ellos es Punta Serena, de 24 habitaciones, ubicado en la Bahía de Tenacatita. Es un hotel Spa, exclusivo para adultos, que originalmente fue construido como centro de descanso de los dirigentes del Sindicato Nacional Azucarero, aunque hoy ya está abierto a todo el público.

Para sus agremiados de rango más bajo, esta organización sindical construyó al lado el Blue Bay Los Ángeles Locos, de menor nivel, con servicio Todo Incluido y precios más accesibles.

Otro es El Careyes, sofisticado hotel de arquitectura mediterránea y poco más de cincuenta cuartos, que en un tiempo fue operador por Starwood y formó parte  de The Luxury Collection, pero hace dos años fue comprado por Yellowstone Club World Resort.

Pero el más espectacular es El Tamarindo, operado por la misma empresa que El Careyes, que en un mundo de novecientas hectáreas de bosque tropical únicamente cuenta con 29 villas. Son pocas, pero excepcionales, con jardín, jacuzzi y alberca privados cada una. Otras tienen paredes corredizas para que la cama prácticamente quede a unos metros de la arena de la playa.

Cuando estas dos propiedades eran operadas por Starwood, el dueño de ambas era el banquero Roberto Hernández. Hoy, los precios de Careyes fluctúan de los 299 a mil 185 dólares diarios por persona, dependiendo de la temporada y la habitación que se elija, más 17% de impuestos y 5% de servicio; en tanto que en El Tamarindo, sus tarifas van de los 8,130 a 14,668 pesos por noche, ya con impuestos incluidos. En los dos estos precios son bajo el plan europeo.

Paraíso aislado del mundo por un universo selvático, llegar desde el camino que comienza en la desviación de la carretera, hasta la enorme palapa que sirve como recepción, toma más de veinte minutos sobre un sendero marcado con piedras de río.

El Tamarindo, llamado así porque en esa inmensidad vegetal solamente existe un árbol de tamarindo, cuenta también con dos casas: la Casa Cruz, donde se pueden hospedar catorce personas a un costo de 3,500 dólares al día; y Las Terrazas, diseñada más para grupos de jóvenes, cuya tarifa asciende a 4,500 dólares por noche. Estos precios incluyen comidas y servidumbre.

Pero lo que más distingue a este hotel es un espectacular campo de golf de 18 hoyos, diseñado por Robert Trend Jr., cuyos greens frente al mar, la selva y los acantilados, lo sitúan más allá de lo común.

No obstante, aparte se cuece Las Alamandas, donde no puede haber más de treinta huéspedes al mismo tiempo y, a pesar de contar solamente con seis habitaciones, posee pista privada de aterrizaje, de un kilómetro de largo, para aviones pequeños.

Es un hotel boutique con todas las comodidades. Suele ser alquilado completamente por millonarios, celebridades y estrellas de Hollywood, como Robert de Niro, para descansar con sus amigos o celebrar cumpleaños en la mayor privacidad.

Para todas las posibilidades

La Costalegre se encuentra divida en seis zonas, diferenciadas entre sí por sus características geográficas, arquitectura y las actividades que pueden desarrollarse en cada una de ellas: Bahía de Navidad, Bahía de Tenacatita, Costa Careyes, Bahía de Chamela, Costa Majahuas y Cabo Corrientes.

En ellas se distribuyen estos exclusivos hoteles, entre los que también se cuenta la Casita de las Flores, el Hotelito Desconocido, la Casa Azul y el Rancho Cuixmala, considerados de Clase Especial. Pero no todos son así. En realidad, esta franja costera de Jalisco ofrece una buena variedad de centros de hospedaje, para todas las posibilidades.

Por ejemplo, entre los de cuatro estrellas se encuentran los hoteles: Alondra, Cabo Blanco, Las Villitas, El Marquez, Royal y Misión San Ángel.

A su vez, la gama de hoteles de tres estrellas es todavía más amplia. En este rango se ubican el Barra de Navidad, Buenos Aires, Cabo Coral, Sand´s, Posada San Rafael, Club Náutico El Dorado, Hotel de Legazpi, Hacienda de Melaque, Las Brisas –que no tiene nada que ver con la cadena de la familia Cosío--, Monterrey, Oasis, Pueblo del Mar, Puesta del Sol, Villas Camino del Mar, Posada Pablo de Tarso, Villas Bahía de Cuastecomate, Paraíso Costa Alegre y Playa Dorada.

En este nivel también hay búngalos como La Paloma, Mallorca, Orientales y San Felipe.

En el renglón de la dos estrellas encontramos a los hoteles: Delfín, Sarabi, La Casa de Don Ramón, Bahía, Dos Delfines, Río, Santa María, Sierra Grande, Vista Hermosa, El Paraíso Tenacatita, Chamela, Punta Perula y Vagabundo; así como las Posadas Arianna, Bahía de Pescadores y Las Gaviotas, además de los búngalos Alvanelly, Azteca, Club de Verano, Corona, Laguna del Tule, Las Hamacas, Las Golondrinas y Los Arcos.

Pero la oferta de hospedaje no para ahí, ya que se extiende a la categoría de una estrella. Aquí la lista abarca los hoteles: Castrejón, Jardín de Jaluco, Caribe, Jalisco, San Lorenzo, Casa Chip´s, Casa Las Huertas, Posada Pacífico, Hotel de la Costa, El Centenario, Hidalgo, Las Palmas, Posada Kosonoy, San Nicolás, San Patricio, Puesta del Sol, Entre Palmeras y Santa María. Igualmente, están las posadas De Cervantes, Clemen´s, Cuauhtémoc, San Antonio, San José, El Cazador y La Manzanilla. También hay búngalos y una larga lista más de hoteles de Clase Económica.   

La ubicación geográfica de estos hoteles prácticamente obliga al viajero a recorrer un tramo de carretera después de bajar del avión, ya que para llegar a cualquiera de ellos debe volar a Puerto Vallarta o a Manzanillo --éste es el que queda más cerca-- y de ahí recorrer de treinta a cincuenta minutos por carretera, dependiendo en dónde se vaya a hospedar.

Todos son hoteles de descanso, sin vida nocturna propia. Por lo que si pretendes divertirte fuera durante la noche, debes alquilar un taxi que te lleve a Manzanillo, pagando por lo menos cien dólares tanto de ida como de regreso. Pero para qué salir, si la tranquilidad y el descanso que buscan los viajeros que visitan la Costalegre están en sus playas y su mar, y en sus noches silenciosas.

Más información:

www.costalegre.com

Revista Buen Viaje

 
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