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El Dorado Royale, un festín para los sentidos en Riviera Maya PDF Imprimir E-Mail
escrito por Gustavo Armenta   
domingo, 23 de marzo de 2008

RIVIERA MAYA. Es un hotel sólo para adultos. Entonces la imaginación vuela… El Dorado Royale, operado por Karisma, es un Todo Incluido de lujo que no se publicita como tal. Mucho más que eso, la compañía presume de haber inventado el concepto “Gourmet Incluido”, lo cual viene a ser como la cereza del helado.

Más allá de todo lo que ofrece esta propiedad enclavada en la playa Punta Brava de la Riviera Maya, en México, su lev motiv es la gastronomía, lo cual acaba por redondear el festín de los sentidos que aquí se experimenta.

 

2008 Marzo 23

El Dorado Royale, un festín para los sentidos

Catalogado como uno de los veinte mejores de México, este hotel de la Riviera Maya es toda una experiencia

Punta Brava. Es un hotel sólo para adultos. Entonces la imaginación vuela y pienso que El Dorado Royale debe ser un lugar donde la sensualidad se respira y la atmósfera está llena sicalipsis. Pero, de entrada, parece un hotel demasiado grande para resultar íntimo. Distribuidas en suites y casitas de sólo dos y tres pisos, 630 habitaciones se vuelven muchas, ocupan mucho terreno, para que aquello resulte el lugar perfecto para una introspección de dos.

Pero es una falsa impresión. La primera compensación que da este hotel tan extendido es que tiene un largo frente de playa que propicia prolongadas caminatas junto al mar y sin salir de las instalaciones. Además, en este camino frecuentemente se pasa cerca de bares dónde detenerse a tomar una cerveza, mientras que en la arena están disputas camas privadas con techo de paja y dosel de tela en tres de sus lados. En ese andar hay un aroma de tranquilidad, una ausencia de tiempo, un disfrute del ocio, todo envuelto en la calma que sólo regala el mar Caribe.

La segunda sorpresa que mitiga la falsa agorafobia son las habitaciones, en cualquiera de sus dos presentaciones. De un lado del hotel se encuentran las Junior Suites, cuya distribución y decorado las puede convertir en verdaderos templos sensoriales. Enorme, como esencia y corazón del reducto personal que suele ser cualquier recámara, la cama con cabecera de madera y dosel reina en el centro. Desde ahí, se mira la terraza y la vista se prolonga hasta el océano. A unos pasos de la cama, junto a la puerta corrediza de cristal que lleva al balcón, esperan el jacuzzi, las gruesas velas rojas y la botella de champaña. Aún más: si metido en el agua hirviente de burbujas, se quiere descansar mirando el turquesa del mar, hay una ventana de madera que se abre para alcanzar con los ojos la vastedad del océano.

En las noches, se puede apagar la luz, encender las candelas y abrir esa ventana para que a la penumbra entre un poco luna, o mucha, según el ciclo. No hace falta la música, a esa hora el reventar de las olas, el murmullo de mar, sus silencios intermitentes, son una melodía sinfónica que todo lo envuelve.

Del otro lado del hotel está la sección de Casitas. Son una especie de cabañas tropicales con techos de paja y verandas de madera donde caben una cama, una mesa y una hamaca, rodeadas con cortinas de gasa que le dan cierta intimidad. La veranda termina a la orilla de un angosto río artificial, con camastros dispuestos en dársenas inventadas para tomar el sol. Si el huésped se lanza al agua en ese río y lo recorre nadando, pasará enfrente de muchas otras cabañas y debajo de varios puentes, hasta desembocar en una alberca.

Todas las casitas tienen jacuzzi en el interior y algunas también alberca privada. Pero si todavía quieres más, el hotel cuenta con Spa.

El Dorado Royale, operado por la empresa Karisma, es un Todo Incluido de lujo que no se publicita como tal. Mucho más que eso, la compañía presume de haber inventado el concepto “Gourmet Incluido”, lo cual viene a ser como la cereza del helado.

Más allá de todo lo que ofrece esta propiedad enclavada en la playa Punta Brava de la Riviera Maya, en Quintana Roo, su lev motiv es la gastronomía, lo cual acaba por redondear el festín de los sentidos que aquí se experimenta.

Baste un dato para entender el nivel de cocina que manejan: su chef principal, Jonathan Gómez Luna, estudió y trabajó en El Bulli, del chef español Adrián Ferrá, considerado el mejor cocinero del mundo. ¿Puedes creer que es factible cocinar una sandía? Pues tendrías que venir a este hotel para comer un camarón ensartado en un pedazo de sandía caliente. Extraño pero suculento.

Al final, El Dorado Royale es una lúdica fortaleza que acaba por seducirte. Ahí, dentro de sus límites, lo tienes todo. Por algo la revisa Condé Nast lo acaba de incluir en su lista de los veinte mejores hoteles de México.

Más información:

karismahotels.com

PIE DE FOTO: El río artificial frente a las casitas ATM

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Modificado el ( lunes, 24 de marzo de 2008 )
 
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